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Calle Boyacá y sus historias de contrastes


Por Carlos E. López Castro (texto publicado en la Revista Historias Contadas # 13)


La calle 51, Boyacá, antiguamente llamada Calle Real, fue la primera trazada con dirección hasta el río Medellín cruzando el barrio San Benito. En ese trayecto, han estado ubicadas tres iglesias, las más antiguas de Medellín. La historia de esta calle está cargada de contrastes: de ricos y pobres; religión, literatos, librerías y cantinas; también estuvo la sede de un periódico que fue incendiado. En esta calle vivió Atanasio Girardot y un

presidente de la república. También ha sido vía donde se construyeron los edificios: Constaín en 1915 (antes estuvo la primera casa de balcón que existió en la Villa), Olano terminado en 1922, el Henry en 1928 (primer y único “rascacielos” que existía en Medellín), el Fabricato, el Central y Coltabaco No. 2.


    Su nombre antiguo, Calle Real, indicaba calle del rey, y fue una de las primeras vías abiertas en la Villa (según muestran los primeros planos hechos en el siglo XVII) donde vivió la aristocracia de la época. Su nombre actual le fue puesto para recordar la batalla del Puente de Boyacá que terminó con la independencia de la Nueva Granada el 7 de agosto de 1819.


RELIGIÓN Y RICOS

En un conteo de casas e iglesias realizado en 1797, muestra que existían 6 iglesias en la Villa de las cuales cuatro estaban ubicadas en la calle Boyacá, contando la iglesia San Francisquito, que hoy no existe y de la cual hablamos en la revista No. 12.

  

  En 1781 doña Teresa Estrada hace un testamento y funda una capellanía para que se digan misas en extramuros como San Benito (calle Boyacá). En el libro «El Carnero de Medellín», consta que: «la Iglesia del Señor San Benito la hizo de paja a su costa doña María Paladines. En 1803 se armó tapia para comenzar la obra de reedificación... Es parroquia de asilo y refugio por especial gracia y señalamiento».

   

Nuestros lectores podrán encontrar información de estas tres iglesias ubicadas en diferentes esquinas de la Calle Boyacá, en anteriores números de Historias Contadas: Iglesia La Candelaria (revista No. 3); Iglesia La Veracruz (revista No. 9); Iglesia San Benito (revista No. 5).

   

Para dar una idea de lo que significaba socialmente la calle Boyacá (como vía residencial y para el paso de procesiones) con las festividades de La Candelaria, les contamos a continuación una anécdota escrita por un cronista de época pasada:

   

«A finales del siglo XVIII la fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria constituía un medio para realzar el prestigio y posición social en la Villa. El cargo de alférez de la festividad permitía al nombrado ratificar o crear, cuando era un vecino reciente, sus nexos con la élite en el poder. Fiesta, más que religiosa, ésta proporcionaba ciertamente flexibilidad a la sociedad medellinense. La característica de la fiesta de la patrona de la Villa tenía su corolario en las fiestas de jueves y viernes santo del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII. Era costumbre que el Cabildo nombrara dos encargados de las procesiones de las noches de los días santos. La del jueves venía acreditada a un mercader forastero y la del viernes a un vecino residente. Cada uno debía costear y organizar el festejo. Nombrando un representante de cada sector se pensaba que se integraba la sociedad y se incentivaba el espíritu de solidaridad. A los nombrados se les exigía solvencia económica. El Cabildo no rumiaba demasiadas consideraciones sobre la raza o el nacimiento de la persona, bastándole que fuese conocida por las familias de la Villa y mostrase interés en costear la festividad».1

   

Sobre esta calle, cuenta el historiador José María Bravo Betancur en su libro «Soñemos con el Medellín de antaño»: «Allí tenían sus viviendas los ricos y aristócratas de esos tiempos idos: grandes casonas con su portón que daba a la calle; extensos patios sevillanos con sus aireados corredores, llenos de matas y de flores en el interior; nada comparado a los lujos de hoy; paredes encaladas, pisos enladrillados y los más rumbosos alcanzaban apenas a tener sus aposentos. Estuvieron allí las oficinas de «El Espectador» y «El Correo Liberal».2 Una placa de mármol puesta en lo que hoy es el Edificio Central (Boyacá entre Palacé y Junín) dice que allí murió, en 1885, Mariano Ospina Rodríguez, quien fue presidente de Colombia.


LITERATOS Y CANTINAS

Muchos de ustedes se preguntarán qué era Panida y quiénes eran los Panidas. La palabra panida proviene de la mitología y significa descendiente de pan. Cuentan algunos escritores que el 15 de febrero de 1915 circuló en Medellín el primer número de Panida, revista de literatura y arte.

   

Los Panidas celebraron con tremendo alboroto en la sede principal, el Café El Globo (Calle Boyacá entre Palacé y Junín) y en las subsedes (el Chantecler y la Bastilla); los lectores escandalizados echaron pestes contra los versos raros de corte modernista de un tal Leo Le Gris, que cantaban a la luna lela y a los búhos «que decían la trova paralela»; y La Familia Cristiana, órgano oficial de la curia, se dejó venir con el consabido veto, censurando la revista y prohibiendo su lectura a los adolescentes «por su efecto pernicioso».3

   

Los Panidas, -poetas, escritores y artistas- que figuraron en la revista Panida, fueron: León de Greiff, Teodomiro Isaza (Tisaza), Rafael Jaramillo A., Bernardo Martínez, Félix Mejía, Ricardo Rendón, Jesús Restrepo Olarte, Eduardo Vasco, Jorge Villa, Fernando González, José Manuel Mora V., José Gaviria Toro. Pero además de estos, en esa época (1914) existían en Medellín otros escritores, dibujantes y artistas que causaron gran resonancia con su actividad literaria y cultural como Tomás Carrasquilla, Efe Gómez, Pacho Rendón, Gabriel Latorre, Alfonso Castro, Abel Farina, los tres Canos (El Negro y los dos futuros Luis y Gabriel Cano); F. A. Cano, Tobón Mejía, José Restrepo Rivera, Humberto Cháves, los Vieco, los Carvajal; Gonzalo e Indalecio Vidal, las Villamizar, y los Vieco y Marín; y en música popular: Pelón Santamaría y Marín y Nano Pasos y Germán Benítez y Blumen y los bambuqueros del Camellón de Guanteros.

   

Los Panidas, en 1914, «sin previo y minucioso acuerdo comenzaron a reunirse en un cafetín situado cerca al parque de Berrío denominado el Globo», apunta Horacio Franco. El Café quedaba situado exactamente frente a la puerta del perdón de La Candelaria (Calle Boyacá) y se caracterizaba por tener una biblioteca de alquiler;4 Biblioteca El Globo, en la misma calle Boyacá, en el Edificio Central.

   

Propiedad del general Pedro Nel Ospina, el Edificio Central era una casona de tres pisos, con muros de tapia encalados y balcones de madera. Allí funcionaban, además de «El Globo», las oficinas y talleres de El Espectador y el bufete de abogado de Lázaro Tobón, conocido jurista, y columnista de El Correo Liberal. En una buhardilla del tercer piso, identificada con el número 26, que según testimonio de Eduardo Vasco, «Tomás Carrasquilla, tío político de Pepe, nos pagaba el arriendo». Era un cuartucho de cuatro varas de fondo, con una mesa y algunas sillas maltrechas, que servía de almacén de caricaturas y versos, donde se guardaban unos cuantos libros descuadernados.5

   

En cuanto al cafetín, tomado por asalto, se convirtió en un coto vedado y exclusivo de los trece Panidas y otros pocos «intelectuales de maduro entendimiento»: Carrasquilla, Farina, Quico Villa, los hermanos Restrepo Rivera, Horacio Franco, Efe Gómez, don Gabriel Cano y... pare de contar. Pues ¡ay! del pobre burgués o del incauto que se atreviera a meter las narices en El Globo: entre burlas, sarcasmos y cascarazos lo expulsaban de inmediato.6


AMPLIACIÓN Y EDIFICIOS

Con respecto al por qué una parte de Boyacá está ampliada y otra cuadra se conserva estrecha, el mismo Ricardo Olano escribe en sus memorias: «La calle Boyacá, entre Bolívar y Carabobo, después del incendio (el 30 de octubre de 1921) del costado occidental del parque de Berrío, el Municipio compró el local del antiguo edificio de Restrepos & Cía. donde está hoy la Cía. Colombiana de Tabaco (edificio Coltabaco hoy Uniremington) y esto le permitió hacer permutas para ensanchar las calles de Colombia y Boyacá... Por iniciativa de D. Leocadio Ma. Arango el cabildo, en resolución de 23 de octubre de 1867, mandó estudiar la continuación de esta calle de Junín hacia el oriente; pero no se pudo hacer nada entonces, y hoy está como en aquella época.7 


EDIFICIO OLANO

Más que un monumento al ladrillo, a la tapia o al cemento, cuando en esta revista hablamos de algún edificio es porque tiene o tuvo importancia como patrimonio arquitectónico, o porque es o fue trascendental desde el punto de vista social. Y el Edificio Olano -aunque ya no exista en la esquina nororiental de Boyacá con Bolívar- fue importante si tenemos en cuanta que lo construyó de su bolsillo un urbanizador que tuvo que ver mucho con la transformación de la ciudad y del barrio Prado. Además, en la memoria oral es recordado como el sitio de encuentro de los mineros que llegaban a negociar o a beber al «Café 93», situado en un local del primer piso. En el mismo edificio estuvo el «Bar Salamanca», el «Gran Café», Farmacia Parque de Berrío, Almacén Valher, Trajes Everfit, y en el segundo piso estuvo don Clímaco Velásquez, el hombre que más sabía de diamantes en la ciudad, según fuentes orales consultadas.

   

Don Ricardo Olano, rico comerciante, concejal y urbanizador de la ciudad, escribió: «Un incendio acaecido en Medellín en Marzo de 1916, nos ha dejado enseñanzas que conviene hacer conocer para que sean aprovechadas. Los edificios destruidos estaban situados al lado norte del Parque de Berrío (Boyacá) y tenían ocupada la parte baja por almacenes y las altas por bancos y hoteles. Los edificios fueron completamente destruidos. Sobre los escombros se levantarán magníficos edificios modernos que son adorno de la ciudad».8 

   

Esto nos da una idea sobre la ciudad que deseaban las familias ricas de Medellín y nos explica el por qué no se conservaron varios edificios de la ciudad que fueron patrimonio arquitectónico e histórico. Pero el propio Ricardo Olano, con su edificio que ya no existe, fue víctima de la demolición modernista.

   

El edificio Olano, construido en el decenio del veinte en el costado norte -el incendiado- del parque, era producto de las nuevas tendencias; constaba de cuatro plantas, tres grandes locales en la planta inferior, treinta oficinas en los pisos superiores y fue el primer edificio con ascensor que tuvo la ciudad.9  

   

Sobre la construcción del Olano, don Ricardo escribe en sus memorias: «Mayo de 1921, edificio Olano: Tuve que hipotecarlo al National City Bank con (sic) 48.500 el 23 de noviembre de 1920 y por 17.000 dollars a R. Echavarría Cía. en diciembre. Los trabajos se suspendieron a fines de diciembre, después de dejarlo techado y seguro en todo sentido... Febrero 20 de 1922: Hoy comencé de nuevo trabajos en el Edificio Olano, después de una interrupción de más de un año... Mayo 1 de 1922: Van poco más de dos meses de trabajos en el Edificio y ya tiene un aspecto de estar terminándose.  En efecto, la fachada está casi concluida; toda la cerradura del frente puesta, se comienzan los trabajos de la acera, todo el edificio está emboñigado de primera mano, entablados el 1º y 4º piso, hechas muchas divisiones interiores, etc, El edificio presenta un aspecto hermosísimo, monumental. Es el mejor edificio de Medellín, el mejor edificio particular de Colombia, exceptuando el Banco López de Bogotá y tal vez más hermoso que éste... Mayo 7 de 1922: Esta mañana hubo un terrible incendio en la esquina N. O. del Parque de Berrío (Boyacá), frente al Edificio Olano... Salió ileso el edificio, con sólo pequeños desperfectos en las cerraduras del piso bajo, cuya compostura pagará la compañía de seguros»10.


OTROS SITIOS IMPORTANTES

En la esquina suroccidental de Boyacá con Carabobo nació Atanasio Girardot, y en el mismo cruce, pero en la esquina nororiental estuvo la «Librería del Negro Cano», donde se hacía las «Tertulias del Negro Cano».

   

En Boyacá entre Bolívar y Carabobo, estuvo la Librería Nueva, propiedad de don Luis Marín. En la misma cuadra, en un edificio que aún existe -con esculturas de tres cabezas de hombre en la parte superior-, estuvo la agencia de la R.C.A. Víctor, administrada por don Félix de Bedout, quien era propietario de dicho edificio, en el que vendían los discos de la época, vitrolas y ortofónicas. En otra época estuvo la emisora El Triunfo en esa cuadra.

   

En el edificio Fabricato ocurrió un episodio que fue escándalo en la década de los 60. «Posadita», uno de los celadores del edificio, descuartizó a una mujer y en bolsas la depositó por el conducto de la basura.

   

En la esquina de Boyacá con Palacé, en el Edificio Constaín, existió el famoso Café Pilsen, al lado de La Candelaria y que fue punto de referencia para el encuentro de los paisas que venían a Medellín. Y al frente en el edificio Mariscal Sucre, estuvieron las primeras oficinas de Coltejer.


En Boyacá, al lado de la Iglesia de La Veracruz, donde estuvo Almacenes El Mar, fue sede del periódico conservador La Defensa (ver revista No. 2), apodado «La Chana», edificio que fue incendiado el 9 de abril de 1948 cuando asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán.

   

No podemos olvidar que en Boyacá con Bolívar, desde el año 1676 funcionó la primera casa de gobierno o Cabildo (ver más información en la revista No. 12, pág. 6).

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NOTAS:

1RODRÍGUEZ Pablo. Cabildo y vida urbana en el Medellín colonial, 1675-1730. Edit. U de A., p. 94

2BRAVO Betancur José María. Soñemos con el Medellín de Antaño.

3ESCOBAR Calle Miguel. Crónica sobre los Panidas. Historia de Medellín. p.725

4Ibid., p. 728

5 Ibid., p.729

6Ibid., p.729

7OLANO, Ricardo. Memorias, tomo uno. Fondo Editorial Universidad Eafit. Colección Cielos Arena,

p. 310 

8Ibid.

9BOTERO Herrera Fernando. Medellín 1890 - 1950. Historia Urbana y juego de intereses. Editorial U. de A. p. 197

10OLANO, Ricardo. Memorias, tomo 1. Op. Cit.

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