Por Miguel Ángel González Mesa
Durante la última semana, parte importante de la opinión pública ha puesto su mirada en Medellín. Después de los lamentables y atroces hechos donde Timothy Alan Livingston fue hallado en una habitación del Hotel Ghotam -cercano al parque Lleras- en compañía de dos menores de edad, la sociedad civil ha acrecentado su indignación alrededor de la problemática de la prostitución, el narco turismo y la explotación infantil, en especial por parte de ciudadanos extranjeros que llegan a la capital antioqueña buscando desenfreno a costa de las políticas públicas y la poca reglamentación que hay para el turista en nuestro país. La administración municipal pasada no realizó ningún esfuerzo real y efectivo para mitigar este fenómeno, es más, fue caracterizada por la inoperancia y la no respuesta a las protestas de grupos sociales que buscaban la creación de canales de diálogo para impedir que esto llegara al punto en el que llegó. El cerramiento del parque Lleras -entre otros sectores de la ciudad- fue anunciado por el entonces alcalde Daniel Quintero como la gran solución a las necesidades y problemáticas del sector, sin embargo, esto no hizo más que promover la estigmatización de la ciudadanía, proteger la distribución de sustancias psicoactivas y trasladar la problemática de la prostitución a calles aledañas.
Para entender un poco más acerca de este fenómeno, es importante entender la cartografía del parque Lleras como un espacio lleno de retos y dificultades que se han venido presentando a partir de la proliferación del turismo en los últimos años. Menús de restaurantes en inglés, la oda a la narco cultura paisa a través de la venta de utensilios, prendas de vestir y souvenirs que hacen alusión directa al cartel de Medellín, la trata de personas presente en cada esquina y la inmensa cantidad de ciudadanos extranjeros con gran poder adquisitivo en discotecas, hoteles y restaurantes del sector, han hecho de esta tradicional zona en el barrio El Poblado un peligro para el bienestar de menores de edad, quienes instrumentalizados por grupos delincuenciales y bandas organizadas se ven obligadas y obligados a actividades denigrantes, indignas y repulsivas para satisfacer una demanda que de no tomar medidas seguirá creciendo.
Pero esto es un tema que nos debería haber indignado mucho antes. En sectores del centro de Medellín y barrios populares se han presentado infinidad de casos desde hace muchos años, sin embargo, pareciera ser que esto solamente hubiera adquirido la relevancia que tiene actualmente en el debate público por tratarse de un sector de “estrato superior”. Es una constante en esta ciudad pensar que las problemáticas no son tan importantes si están ocultas, la idea de esconder la basura debajo de la alfombra solamente ha hecho que los problemas se acrecienten. La bola de nieve ha crecido hasta un punto en el que es imposible que no llegue a otros lados, todo esto bajo la inoperancia de la actual alcaldía quienes proponen medidas insultantes y absurdas como “suspender la prostitución” o “no permitir el expendio de bebidas alcohólicas después de la una de la mañana”.
Ojalá que no tenga que ocurrir otro caso aberrante para que se tomen decisiones radicales. ¿Qué más tiene que pasar?, no existen medidas de protección a menores de edad, no hay ninguna clase de control al ingreso de ciudadanos extranjeros. Es escandaloso pensar en que después de hallar una escena tan vomitiva como la que ocurrió en el Hotel Ghotam el pasado 27 de marzo, el responsable haya salido libre del país.
Frustra ver como las autoridades se han dedicado a perseguir con total frialdad y sin respetar los derechos constitucionales a consumidores de cannabis en sitios autorizados, pero han sido tan laxos y permisivos ante la explotación de niñas y niños por parte de extranjeros. Pareciera ser que en Medellín se criminaliza según el estrato social, el género y la nacionalidad, mas no según los actos que una persona pueda haber cometido.
Señor alcalde: dejemos de perseguir a quien fuma un cigarrillo de marihuana y centrémonos en lo que verdaderamente importa.
Muy bs, gracias por esta editorial de opinión, muy interesante. Solamente me permito sugerir para que se ampliara el marco social que abraza a los diversos estratos de Medellín y que cuando se hable de esta problemática, me parece oportuno tocar el meollo del conjunto social, como es su condición económica; elemento base para, lo que ahora se trata como un hecho aislado, sea analizado desde su real base y perspectiva, es decir que el estado socio economico de las comunas de Medellín incide y determina de forma directa el accionar de sus pobladores que buscan solución a su precariedad, de muchas maneras: la prostitución, la trata, el microtráfico, el sicariato, etc. o los trabajos más elementales que dan posibilidad…